sábado, 10 de abril de 2010

POR : DIP. Héctor Agüero P.S.U.V.


Políticas imperiales hacia

 Venezuela





(Especial, PSUV) .- La presencia militar de EE.UU. en múltiples confines del globo terráqueo no es improvisada, caprichosa ni es un invento de la izquierda. Responde a los atributos del sistema que representa encarnado en la dominación de territorios, áreas económicas, sociales, jurídicas y en la punta de la lanza está la supremacía militar.

A lo largo de la historia persas, romanos, las Santas Alianzas, otomanos, franceses, ingleses, por mencionar algunos, practicaron estas normas para merecer el calificativo de imperiales. Son potencias que dominan por la fuerza, que destruyen y no construyen ya que expolian todo lo que encuentran. El imperio español dio cuenta de todo el oro y la plata que encontró en nuestra América. Fueron y son prácticas salvajes.

Por eso cuando denunciamos la presencia activa y beligerante de las bases militares EE.UU. en la vecina Colombia es porque estamos conscientes de la gravedad de los hechos mientras los opositores obcecados en su antichavismo demencial le restan importancia y tienden un manto de clemencia hacia los EE.UU. gritando a diestra y siniestra que esa presencia no afecta a Venezuela. En buena parte su ignorancia de la historia y su desprecio a la solidaridad continental los ahoga. Las explicaciones de nuestros dirigentes y del comandante Chávez no les bastan. Es como hablarle a un sordo de espaldas. Pero así son quienes pretenden ignorar al pueblo. E ignorar nuestro pasado. En cinco ocasiones, durante los últimos cien años, territorio y pueblo venezolano han experimentado la codicia imperial.

En 1902 buques armados de los imperios europeos sitiaron nuestras costas, bloquearon La Guaira, Puerto Cabello y forzaron la Barra del Lago de Maracaibo con el pretexto de presionar el pago de deudas para sus connacionales que residían en nuestro país. La heroica resistencia de soldados y pobladores de la isla de San Carlos en el Lago de Maracaibo obligaron a los acorazados alemanes a retirarse y en Puerto Cabello el Soberano hostilizó a los marinos extranjeros que se atrevieron a desembarcar. Una frase del Presidente Cipriano Castro dio la vuelta al mundo: "la planta insolente del extranjero ha hollado el sagrado suelo de la patria". A la muerte de Juan Vicente Gómez asume el poder Eleazar López Contreras quien ejerce hasta mayo de 1941 y lo sucede otro militar andino, de padre coriano, Isaías Medina Angarita. López dejó para la posteridad un regalo envenenado.

Otra amenaza a nuestro territorio fue en 1958, caído el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, el vicepresidente imperial Richard Nixon inició una gira por América Latina "para ganar voluntades" y durante su llegada a Catia fue objeto de repudio popular y la reacción del Pentágono fue movilizar la IV Flota desde Puerto Rico hasta Curazao por si acaso le pasaba algo a Tricky Dick, (Ricardo el tramposo) como lo llamaban en el mundo político del Norte. Después vendría la amenaza disfrazada de ayuda humanitaria durante la Vaguada en La Guaira en el año 1999, cataclismo que tontamente el Cardenal de la época atribuyó a un castigo del cielo.

El Presidente Chávez, al igual que Cipriano Castro y Medina Angarita supieron poner las cosas en su lugar y con dignidad y en su momento.

Finalizo con las jornadas históricas de abril 2002, donde quedarían al descubierto la intromisión imperial EE.UU. y la injerencia de los fascistas españoles de Aznar. Pero es un tema para otros comentarios.

No inventamos el monstruo, como decía Martí. Está ahí. Existe.

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