La heroína de la
flotilla de apoyo a Gaza
Su nombre es Haneen Zuabi y nació en la ciudad de Nazareth donde existen más de un millón de palestinos. Ella tiene a su favor haber derrotado electoralmente a dos parlamentarias anteriores pertenecientes a los partidos sionistas.
La Habana, (PL) Muy pocos medios de comunicación conocían la identidad de la primera mujer de origen palestino que fue capaz de desafiar a todos los demonios para poner en alto sus ideas.
Increíblemente, ahora más de dos mil racistas piden su ejecución por traición a través de Internet.
Su nombre es Haneen Zuabi y nació en la ciudad de Nazareth donde existen más de un millón de palestinos.
Ella tiene a su favor haber derrotado electoralmente a dos parlamentarias anteriores pertenecientes a los partidos sionistas.
A pesar de que no es la primera mujer árabe en entrar al Parlamento de Israel o Knesset, ella ha hecho historia porque si fue la primera en salir electa de un partido árabe palestino dentro de las mismas entrañas de aquel país.
Tiene 39 años y pertenece al Partido Tajamu (en árabe) o Balad (en hebreo), que en español quiere decir Asamblea Nacional Democrática y es conocido por su plataforma nacionalista favorable a los palestinos.
El mismo día de la iniciación de Zuabi en el Parlamento impactó en toda la prensa local por sus declaraciones de que en lo adelante, en lugar de referirse legislativamente a los ‘‘territorios’’, se debía especificar que se estaba hablando de ‘‘aquellos ocupados a los palestinos por la fuerza’’.
Ella también fue la primera palestina-israelita en graduarse en Comunicación en la Universidad Hebrea de Jerusalén y en dar clases sobre esa materia en las escuelas árabes.
En los últimos seis años ha encabezado una organización dedicada a desenmascarar las manipulaciones mediáticas racistas en la prensa de ese país.
Su prioridad personal es defender los derechos de los palestinos en Israel así como la casi desconocida causa de las mujeres palestinas dentro de los territorios ocupados.
Sus seguidores políticos son gente que la saludan respetuosa y afectivamente en las calles, que apoyan al movimiento islámico y que están a favor de levantar el bloqueo a Gaza.
Acompañándola en el foro legislativo están nueve diputados árabes, dos del Partido Tajamu, cuatro de un partido islámico y tres comunistas y uno judío.
El actual parlamento es uno de los más derechistas de todos los tiempos ya que de los 120 miembros, 65 son de la coalición derechista.
Hay un partido, el Israel Beiteinu, que aboga por quitarles la ciudadanía a todas las personas de origen palestino al no ser que hagan un juramento de lealtad al estado sionista.
Otro ejemplo de estas posiciones recalcitrantes es la de Michael Ben-Ari, uno de los cuatro legisladores que representan al Partido Unión Nacional.
Ben-Ari fue miembro de un grupo terrorista anti árabe y tiene como ayudantes a dos extremistas de los asentamientos ilegales judíos.
Como parte del Knesset están además los partidos sionistas, como el Kadima y el Likud, del Primer Ministro Benjamín Netanyahu.
Ambas formaciones tratan desesperadamente de mantener la actual coalición gobernante y con sus políticas extremas han provocado que Estados Unidos pague un elevado costo político ante sus aliados en el Medio Oriente.
El fundador y líder del Partido Tajamu, Azmi Bishara, vive en el exilio acusado de traición desde la guerra contra el Líbano en el 2006.
Todos los miembros de esa organización son estrechamente vigilados por la policía secreta y por los aparatos de contrainteligencia.
En varias elecciones los partidos sionistas más recalcitrantes trataron de impedir sin éxito que Tajamu participara.
Zuabi señaló que ellos están acostumbrados al lenguaje hostil y racista que utilizan los parlamentarios derechistas contra los legisladores de origen árabe.
‘‘Por todas partes nos dicen que no nos quieren, desde la Estrella de David en la bandera hasta las menorahs, símbolos con los que los palestinos no podemos identificarnos’’, apuntó.
La menorahs o menorás son candelabros o lámpara de aceite de siete brazos, uno de los elementos rituales de las sinagogas (templos del judaísmo) y representan los arbustos en llamas que vio Moisés en el Monte Sinaí.
Es uno de los símbolos oficiales del Estado de Israel, que aparece en su escudo, al igual que la Estrella de David (de seis puntas, formadas por dos triángulos yuxtapuestos) presente en su bandera.
Zuabi creció mirando como los legisladores árabes eran silenciados a gritos en el Parlamento y en la mayoría de los casos expulsados del recinto por sus homólogos sionistas y por los ministros del gabinete.
Consideró frustrante el hecho de que siempre tenga que estar a la defensiva y explicar porque se identifica con la población palestina y no con los derechistas.
La plataforma de su partido consiste básicamente en intentar transformar a Israel, de un estado excluyente a uno que sea igualitario para todos sus ciudadanos, y ese programa político ahora es apoyado por todos los partidos árabes que operan dentro del país y por una creciente cantidad de israelitas, que quieren vivir en paz.
El Partido Tajamu ha prometido trabajar contra la confiscación de tierras, viviendas y propiedades pertenecientes a los árabes, especialmente contra las demoliciones de viviendas palestina para establecer asentamientos ilegales judíos.
Sus parlamentarios también exigen que las comunidades palestinas tengan una mejor infraestructura con mayor calidad de vida y que se reconozcan sus derechos a la salud, la educación y al mejoramiento económico.
‘‘Ella no quiere ser una estadística, sino defender su historia, su identidad verdadera y sus valores culturales’’, señala de Zuabi el periodista Jonathan Cook en su libro Israel y el Choque de las Civilizaciones.
El Tajamu aboga por la creación de dos estados según las fronteras de 1967, de manera que la Banda Oeste, Gaza y el Este de Jerusalén conformen el estado palestino y que se implemente la resolución 194 de Naciones Unidas donde se recoge el derecho a que regresen todos los refugiados palestinos.
Se le considera un partido democrático progresista y nacionalista que defiende los derechos de los palestinos dentro de Israel.
Sobre su participación personal
en la flotilla de Gaza.
Ahora que la mayoría de los activistas de la flotilla humanitaria han regresado a sus hogares es preciso recordar que sólo Zuabi se ha quedado en Israel sufriendo amenazas de muerte y con protección policial por haber estado a bordo del buque Mavi Marmara.
El Ministro del Interior, Eli Yishai, solicitó al Fiscal General, Yehuda Weinstein, ayuda para retirarle a Zuabi la ciudadanía ‘‘por alta traición’’.
Dijo que los ciudadanos israelitas habían presenciado como un miembro del Parlamento se escudaba tras su inmunidad para que ‘‘otros causaran heridas a soldados de las fuerzas de defensa a bordo de la flotilla’’. Como señala el escritor Rodolfo Walsh:
‘‘Desde hace un cuarto de siglo la política oficial del Estado de Israel consiste en simular que los palestinos son jordanos, egipcios, sirios o libaneses que se han vuelto locos y dicen que son palestinos, pero además pretenden volver a las tierras de las que se fueron ‘‘voluntariamente’’ en 1948 o que les fueron quitadas no tan voluntariamente en las guerras de 1956 y 1967’’.
El sistemático ocultamiento de los hechos, la constante tergiversación de la historia, los sofisticados artilugios propagandísticos no pueden negar la contundente realidad que significan los intentos de institucionalización de las violaciones a los derechos del pueblo árabe de Palestina por parte del Estado de Israel y cuya particularidad claramente señala el escritor Eiten Felner:
‘‘Lo más alarmante y lo que confiere a los abusos que se cometen en Israel su carácter único- son los incesantes esfuerzos que hace el Estado para legitimar abiertamente actos ilegales, para y justificar lo que no se puede justificar’’.
En las palabras de un escritor religioso judío, Moshe Menuhin, esta aseveración adquiere una mayor contundencia:
El hecho trágico es que los nacionalistas ‘judíos’ se apoderaron por la fuerza de las armas, del terror y las atrocidades, de los hogares, la tierra y la patria de los campesinos, trabajadores y comerciantes árabes en la vieja Palestina y por medio de masacres, despojos y terrorismo los expulsaron de sus ciudades típicamente árabes, describe.
Y concluye Menubin: ‘‘Los nacionalistas ‘judíos’ son nazis y yo siento vergüenza de que me identifiquen con ellos y con sus causas herejes.’’
Por Silvio González (Prensa Latina*)
(*) El autor es jefe del Departamento de Difusión de Prensa Latina. rr/sgl