El Porteñazo marcó
hace 51 años un nuevo espacio en la
historia política de Venezuela
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En la Base Naval de Puerto Cabello desde la tarde del viernes se escuchaban
los rumores. El tema no era otro que el surgimiento de un movimiento
insurreccional. Los militares leales al gobierno desconocían quienes se encontraban involucrados
y menos la identidad de los civiles militantes o adeptos al Partido
Comunista de Venezuela PCV y el Movimiento de Izquierda Venezolana MIR.
Hasta el amanecer del sábado, de ese histórico 2 de junio de 1962, los
oficiales de mayor jerarquía, ante el cansancio de tanto esperar, decidieron
irse a sus respectivas habitaciones. Al parecer, la situación se encontraba en
calma. Fue el momento cuando se da inicio a las
acciones conspirativas. Participan, de manera decidida, el capitán de Fragata
Pedro Medina Silva, Segundo Comandante de la Base Naval; el Capitán de Navío
Manuel Ponte Rodríguez, ex –jefe de la Segunda Sección del Estado Mayor
Naval y el Capitán de Corbeta Víctor Hugo Morales, Oficial de la Escuela de
Guerra Naval.
Cuando se marca las 05:30 de la mañana comienza
la movilización y apresan a los capitanes
Jesús Carbonell Izquierdo, Guillermo Ginnari Troconis y Porfirio Delgado
Colmenares, Comandantes de la Escuadra, de la Base Naval y del Batallón de
Infantería de Marina Rafael Urdaneta No.2, respectivamente.
También proceden a la detención del capitán de
Navío Oswaldo Moreno Piña, Comandante de la Primera División de Destructores. A
la par de lo que ocurría permanecían presos en el castillo Libertador unos 50
guerrilleros de la izquierda.
Al
respecto, el diputado Héctor
Agüero, quien ha sido un revolucionario
de comprobada trayectoria señaló, que durante una conversación que sostuvo años
atrás con el capitán Medina Silva, recordó que en el transcurso de los hechos
ordenó la libertad de los presos y les recomienda que abordaran una lancha para
que se dieran a la fuga y los guerrilleros, de manera enfática dijeron
“queremos armas para combatir y defender al pueblo”. Y así lo hicieron.
Una ciudad
tranquila
Mientras se desarrollan los
acontecimientos en la Base Naval, la trasnochada ciudad lucía tranquila. Alguno
que otro amanecido peatón llegaba al viejo mercado principal en la búsqueda de
algo que le saciara la hambruna producto del excesivo licor consumido durante
la noche y la madrugada. Ya el pitazo de los muelles se había extendido por el
somnoliento puerto y anunciaba la salida de unos cuantos hombres, que con sus
bragas de azul, cumplieron la jornada nocturna. Otros sólo esperaban el momento
para incorporarse a sus labores extras de ese sábado, que marcó un espacio en
la historia política de Venezuela.
Las madrugadoras amas de casa, unas
acompañadas de algún familiar o de alguien ocasional, buscaban evadir los
efectos del sol y del cotidiano calor para adelantarse en el horario y adquirir
los productos que se ofrecían semanalmente en el tradicional mercado libre.
Constituía la rutina sabatina para unos cuantos, mientras la mayoría de la
población disfrutaba de un descanso propio de los fines de semana y a la espera
de salir de sus hogares horas después para sumarse al acostumbrado bullicio
matutino. En medio de lo que ocurría temprano, entre las calles Juncal con
Miranda, resultó muerta la joven Pérez Magio, quien fue arrollada por un
vehículo militar que se dirigía a los sitios donde se iba a intensificar la
lucha contra el régimen.
Para un significativo número de
civiles y militares, el compromiso que tenían para ese día contrastaba con lo
rutinario. Desde la noche anterior estaban plenamente conscientes de lo que iba
a ocurrir, y tenían la disposición de hacer valer sus principios en procura de
producir un cambio en el país. Sus propósitos fueron intentar erradicar los
vicios de un gobierno que traicionó las aspiraciones de un conglomerado que
tenía fe en una democracia que creyó podía defender al pueblo.
Uno de esos protagonistas, como
tantos otros que vivieron la ilusión de una transformación para enfrentar los
males que se vivían, fue, para ese entonces, el joven y dirigente estudiantil
Antonio Guevara Jiménez, quien relata, pormenorizadamente, lo ocurrido en
Puerto Cabello con el inolvidable alzamiento cívico militar que hoy se recuerda
como el principal acontecimiento histórico de la época que surgió para
enfrentar a quienes mancillaron las esperanzas del pueblo venezolano.
Liceo Miguel
Peña fue centro de concentración
Para ese entonces el liceo Miguel
Peña fue centro de concentración de estudiantes y de otros civiles que recibían
entrenamiento por parte de los militares insurrectos, para enfrentar las
acciones gubernamentales. Al frente, donde ha tenido su sede el estadio de
beisbol, por igual, se giraban instrucciones a quienes se incorporaban a la
lucha.
Entre los tantos civiles se había
incorporado la militante juvenil y estudiantil, Graciela Guevara quien cursaba
estudios en la Escuela Normal de La Coromoto, urbanización Rancho Grande.
Pertenecía al Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Antes de llegar a las
instalaciones del centro educativo, había tenido la primera experiencia, cuando
cerca de su casa, luego de sostener una conversación sobre los hechos que se
desarrollaban, fue ultimado a balazos el sargento Becerra.
Graciela observó en esos momentos,
cuando se encontraba en el campo de acción, que no existían distintivos por
parte de los civiles y militares que participaban en los acontecimientos. De
inmediato se organizó y trabajó en ese sentido para que cada uno de los
revolucionarios pudieran ser identificados y así evitar cualquier confusión.
Por el lado del gobierno nacional
comienzan a enviar efectivos de la Fuerza Aérea y del Ejército que bombardean
la ciudad. En el sector de La Alcantarilla, a la entrada de Puerto Cabello y
por los lados de la estación del Cuerpo de Bomberos y de Playa Blanca se
producen los combates frontales. Estaba comprometido con la sublevación el
batallón de la infantería de marina General Rafael Urdaneta. El gobierno envió
la tropa del batallón Carabobo que se trasladó desde Valencia al mando del
coronel Alfredo Monch.
Mientras se registran los hechos la
mayoría de los oficiales que se encontraban al mando de la escuadra y el
destacamento Número 55 de la Guardia Nacional se negaron a participar en el
levantamiento. Al principio estuviero0n comprometidos. Se desconocieron las
causas por las cuales cambiaron de actitud.
Desde el liceo Miguel Peña un grupo
de civiles y estudiantes acompañados de infantes de la marina defienden el
lugar. Fue detenido un grupo de efectivos de la aterradora policía política
denominada Digepol, los cuales fueron colocados en los alrededores de las
instalaciones del liceo para evitar que las fuerzas gubernamentales dispararan
desde los lugares de ataque. Poco después procedieron a liberarlos.
La Fuerza Aérea, conjuntamente con el ataque, lanza, en las inmediaciones
del cementerio de Los Protestantes, a un conjunto de paracaidistas, que
disparan contra la edificación del centro educativo y poco después del
mediodía, cae herido de muerte, en el segundo piso del liceo el estudiante
miguelpeñista Alfredo Capriles.
Graciela Guevara afirma que lo ocurrido en ese entonces fue el sueño de un
pueblo que deseaba algo distinto, que hoy se vive con las bondades que ofrece
el gobierno socialista y revolucionario que impulsó el presidente Chávez.
El profesor Antonio Guevara, uno de
los civiles que al igual que tantos otros, mantuvieron el espíritu en alto
durante las cruciales horas de combate, cuenta los hechos de acuerdo a su
visión y la postura política del momento.
-¿Cómo fueron los antecedentes?
-En el año 1958 fue derrocado Marcos
Pérez Jiménez. Accede una Junta de Gobierno que conduce al país a unas
elecciones en las cuales sale electo presidente Rómulo Betancourt. Existía una
amplia expectativa porque AD venía de participar activamente en la resistencia
y planteaba un programa democrático y orientado al impulso de la transformación
revolucionaria.
Explica que fue determinante que
engarzara en sus filas a muchos jóvenes que participaron en la clandestinidad
durante la lucha contra la dictadura.
-Betancourt firmó el llamado Pacto
de Punto Fijo, se convirtió en agente de la CIA y del imperialismo
norteamericano y desarrolló una política de espaldas al pueblo. Dejó de ser un
líder popular para transformarse en una expresión de la oligarquía. Sin
embargo, promulga la Ley de Reforma Agraria.
A los campesinos les prometieron
tierras e inmensos beneficios “y al poco tiempo nos daba vergüenza, porque los
trabajadores del campo decían: ¡nos mintieron!”.
Se planteó una profunda
contradicción en torno a un gobierno que decía representar al pueblo.
-Comenzó a agudizarse el problema
del desempleo, los trabajadores salieron a protestar y las calles se tiñeron de
sangre. La represión se hizo presente como respuesta a la protesta del
movimiento estudiantil que reclamaba la vigencia de los derechos democráticos
Señala, que en razón de lo que se
vivía, se generan levantamientos militares durante el año 1959 y posteriormente
“El Carupanazo”, ocurrido el 4 de mayo y “El Porteñazo” el 2 de junio de 1962.
-¿Qué plantearon esos movimientos?
-Presentaron al país un programa de
recuperación democrática, que incluía restablecer la vigencia de la
Constitución y las garantías de los avances hacia la liberación nacional, la
independencia y la autodeterminación de los pueblos.
Agrega que todavía permanecen los
impactos de los bombardeos a que fue sometido Puerto Cabello por parte de la
aviación, cuyas unidades estuvieron a cargo de pilotos de la Misión Militar de
Estados Unidos, como en el caso de la edificación del hospital del Instituto
Venezolano de los Seguros Sociales.
“Recuérdese que, para la época,
Betancourt había dado la triste y lamentable orden de disparen primero y
averigüen después”.
La orden fue cumplida al pie de la
letra por el entonces ministro de Relaciones Interiores, Carlos Andrés Pérez,
porque debía impedir que la rebelión se convirtiera en bastión de la
resistencia y en el punto de una espiral para la incorporación de los demás
cuarteles, donde existían numerosos oficiales comprometidos.
-¿Cómo fue la participación cívico
militar?
-Dos semanas antes hubo una reunión
con dirigentes nacionales del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y del
Partido Comunista de Venezuela con oficiales de la Base Naval de Puerto
Cabello, concretamente con Pedro Medina Silva y Víctor Hugo Morales Monasterios
y Manuel Ponte Rodríguez para plantear lo que debía hacerse. A nivel partidista
estuvo presente Domingo Alberto Rangel y Jesús Villavicencio y en cuanto al
área regional fue seleccionado el doctor Bartolomé Vielma Hernández, nativo de
Puerto Cabello y mi persona.
-¿Cuántas personas murieron durante
los sucesos de “El Porteñazo”?
-Yo estimo, que durante los
acontecimientos murieron alrededor de 5 a 6 mil personas. Los muertos eran
recogidos con palas mecánicas y colocados en los camiones volteos y llevados a
las fosas comunes ubicadas en el Cementerio Municipal de Puerto Cabello.
-¿Cómo fue ese día en la mañana y
los primeros pasos que se dieron?
-El sábado en la mañana los
militares tomaron el Castillo de Puerto Cabello. Se instalaron ametralladoras en
puntos estratégicos. El teniente Rafael Acosta Sierra salió en labores de
reconocimiento con un pelotón en una unidad militar.
Dice que el militar creyó que las
tropas del Batallón Piar acantonadas a las puertas de la ciudad y el
Destacamento 55 se encontraban sumadas al levantamiento y debía instalarse en
la alcabala de El Palito. Observó que esa gente no tenía la actitud de estar
incorporada al movimiento y le dispararon.
-Y fue a las diez de la mañana,
aproximadamente, cuando el Batallón Piar inició el desplazamiento por los lados
de la playa y se les hizo frente.
Señala que en las inmediaciones del
Cuerpo de Bomberos se encontraba un apreciable número de estudiantes y de gente
del pueblo que defendió sus posiciones.
-¿Cómo caíste?
-Yo estuve en el liceo Miguel Peña
hasta el día domingo a media mañana cuando se tenía información que no había
margen para la incorporación de nuevas fuerzas militares y fue planteada la
conveniencia de organizar la retirada hacia la montaña. El miércoles 6 de mayo,
por un error, alguien me delató cuando me encontraba en la urbanización Rancho
Grande.
Se dio inicio a una represión contra
las fuerzas de izquierda, las torturas se hicieron efectivas contra los
participantes hasta que un Consejo Accidental de Guerra en el Batallón
Carabobo, en un lapso de hora y media, los jueces sentenciaron a más de mil 200
años de prisión para 63 hombres que quedaron presos por los sucesos de Puerto
Cabello.
El reportero gráfico Héctor Rondón Lovera, recibió el premio Pulitzer con la
toma de la foto en el sector La Alcantarilla, donde el padre Padilla, quien se
desempeñaba como capellán de la Base Naval de Puerto Cabello, aparece al lado
de un soldado herido.
El Porteñazo constituyó una
importante etapa de la historia política venezolana. Durante dos días se
registraron enfrentamientos con la participación de civiles y militares. Fue el
detonante que se mantuvo en el tiempo y en el sentimiento de un pueblo que
esperaba ansioso un cambio total de las estructuras vigentes para esos y
posteriores años de violencia generada por los gobiernos de Acción Democrática
y Copei. Una historia sangrienta a base de presos políticos, asesinatos de
estudiantes y obreros, desapariciones de dirigentes de izquierda, casos que
siguen impunes.
T / Jesús Lucart A