EFE
Ciudad del Vaticano, 17 junio de 2013.- El papa Francisco dijo hoy que "un cristiano si no es revolucionario en los tiempos actuales no es cristiano" y subrayó que si bien en la historia ha habido muchos revolucionarios, "ninguno ha tenido la fuerza de la revolución de Jesús", que transformó la historia y cambió el corazón del hombre.
El pontífice se dirigió así a los fieles que acudieron al Aula Pablo VI con motivo de la apertura del simposio eclesiástico de la diócesis de Roma y pidió a los presentes "ser portadores de la palabra de Jesús".
"No entiendo las comunidades cristianas que se encierran en la parroquia", aseveró el pontífice que instó a no tener miedo al diálogo con otras comunidades e invitó a ofrecer "esperanza cristiana con el propio testimonio, con la propia libertad y con la propia alegría".
Así Francisco, que llegó al Aula Pablo VI a pie acompañado del cardenal vicario Agostino Vallini saludando a los muchos fieles que quisieron acompañarle, quiso explicar qué significa vivir bajo la gracia de Dios.
"Debemos pedir el don de la generosidad de la gracia, el valor y la paciencia de salir y anunciar el Evangelio", señaló el pontífice, quien explicó que "valor y paciencia" son las dos virtudes necesarias para "salir de uno mismo" e ir allí donde los "hombres y las mujeres viven, trabajan y sufren y anunciarles la misericordia del Padre que se hizo conocer en los hombres en Jesús".
El papa indicó que "las revoluciones de la historia han cambiado sistemas políticos y económicos, pero ninguna de ellas ha cambiado verdaderamente el corazón del hombre: la verdadera revolución la cumplió Jesús a través de su resurrección".
Francisco pidió a los presentes a no mostrarse indiferentes ante los problemas de una ciudad como Roma y se refirió además a los jóvenes y a los que entre éstos "desean experimentar cosas y no encuentran sentido a la vida hallando en el suicidio una solución".
"¿Sabéis cuántos suicidios tienen lugar hoy en día en el mundo? La cifra es alta, porque no tienen esperanza, han probado muchas cosas y la sociedad, que es cruel, no siempre puede dar esperanza", dijo el pontífice.
Al cierre del acto, el pontífice decidió evitar seguir el protocolo y salir por la puerta lateral y volvió a atravesar el Aula Pablo VI para tener la oportunidad de saludar a los varios miles de fieles que allí se encontraban.
El pontífice se dirigió así a los fieles que acudieron al Aula Pablo VI con motivo de la apertura del simposio eclesiástico de la diócesis de Roma y pidió a los presentes "ser portadores de la palabra de Jesús".
"No entiendo las comunidades cristianas que se encierran en la parroquia", aseveró el pontífice que instó a no tener miedo al diálogo con otras comunidades e invitó a ofrecer "esperanza cristiana con el propio testimonio, con la propia libertad y con la propia alegría".
Así Francisco, que llegó al Aula Pablo VI a pie acompañado del cardenal vicario Agostino Vallini saludando a los muchos fieles que quisieron acompañarle, quiso explicar qué significa vivir bajo la gracia de Dios.
"Debemos pedir el don de la generosidad de la gracia, el valor y la paciencia de salir y anunciar el Evangelio", señaló el pontífice, quien explicó que "valor y paciencia" son las dos virtudes necesarias para "salir de uno mismo" e ir allí donde los "hombres y las mujeres viven, trabajan y sufren y anunciarles la misericordia del Padre que se hizo conocer en los hombres en Jesús".
El papa indicó que "las revoluciones de la historia han cambiado sistemas políticos y económicos, pero ninguna de ellas ha cambiado verdaderamente el corazón del hombre: la verdadera revolución la cumplió Jesús a través de su resurrección".
Francisco pidió a los presentes a no mostrarse indiferentes ante los problemas de una ciudad como Roma y se refirió además a los jóvenes y a los que entre éstos "desean experimentar cosas y no encuentran sentido a la vida hallando en el suicidio una solución".
"¿Sabéis cuántos suicidios tienen lugar hoy en día en el mundo? La cifra es alta, porque no tienen esperanza, han probado muchas cosas y la sociedad, que es cruel, no siempre puede dar esperanza", dijo el pontífice.
Al cierre del acto, el pontífice decidió evitar seguir el protocolo y salir por la puerta lateral y volvió a atravesar el Aula Pablo VI para tener la oportunidad de saludar a los varios miles de fieles que allí se encontraban.