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Todos los sectores se encuentran inundados. (Foto Eduardo Valencia)
Ana Rodríguez Brazón
Los años pasan y los botes de aguas negras persiten en las calles de Las Palmitas, en la parroquia Rafael Urdaneta. Como una piscina de cloacas define la comunidad los estancamientos que desembocan en un drenaje improvisado dentro del canal.
Por lo menos una década obstruidos tienen los colectores, que deben ser sustituidos para eliminar por completo los derrames que afectan el paso peatonal. No hay un sector que se escape de la contaminación .
Para caminar se debe saltar sobre los charcos de cloaca y si se corre con suerte, se puede pasar sin mojarse los zapatos. Para ir a la escuela, los niños repiten diariamente la rutina que los expone a los gases que desprende el líquido.
A simple vista pareciera que los vecinos se acostumbraron a lidiar con los malos olores y los residuos que acompañan los desbordamientos. Pero la mayoría se queja de vivir entre las cloacas, que han causado alergias e infecciones respiratorias.
Julio Tovar, lugareño, relató que el olvido gubernamental es parte del día a día en la zona, son los vecinos quienes tratan de conservar en buen estado los espacios, pero en materia de aguas residuales no han conseguido una solución. Están cansados de hacer diligencias ante la Compañía Anónima Hidrológica del Centro, la alcaldía y la gobernación.
“Hasta que nosotros mismos no hagamos el trabajo nadie vendrá a ayudarnos. Lamentablemente las cosas funcionan así, ojalá sea lo contrario”, lamentó Tovar, quien narró cómo hace seis años en compañía de otros vecinos sustituyó la tubería de aguas blancas de la calle principal del sector 17. Nunca encontraron apoyo gubernamental.
Para los comerciantes es difícil ofrecer sus productos, sin embargo la clientela no ha disminuido. “Tratamos de mantener todo limpio, utilizar ambientadores y repelentes.
Es la única forma de ofrecer la mercancía y que sea comprada”, aseguró Carlos Tovar.
Representantes del consejo comunal explicaron que han introducido ante el Consejo Federal de Gobierno, la solicitud de reparación de la red cloacal pero no ven el momento en el que se ejecuten las obras.
Deficientes servicio de aseo y alumbrado
En este sector cualquier esquina sirve para arrojar basura. Los botaderos improvisados no cuentan con la aceptación de la mayoría de los vecinos, pero quienes desaprueban estas prácticas prefieren no llamar la atención de los infractores para evitar ser agredidos verbalmente e incluso físicamente.
Además de la calamidad que generan los pozos de agua, peatones esquivan los montículos de basura concentrados en las calles, para abordar colectivos o simplemente para caminar.
Un residente que prefirió no identificarse por temor a represalias, afirmó que la falta de penalización es la principal causa de la inconsciencia. “A parte de las cloacas, debemos soportar malos olores y ratas de la basura ajena. Lo más triste es que el aseo pasa con regularidad, pero las personas no toman eso en cuenta”.
Algunas calles se encuentran a oscuras, incrementando la inseguridad que aqueja la zona. Habitantes pidieron la colaboración de la Corporación Eléctrica Nacional.
